Ya hace más de una década que la Universidad Carlos III de Madrid abrió el campus de Colmenarejo. Un campus con una ubicación privilegiada y un objetivo claro: ofrecer una formación superior de máxima calidad a todos los estudiantes de la sierra norte de Madrid.
Todos los profesores y personal de administración y servicios que se sintieron identificados con este proyecto, no dudaron ni un instante en trasladarse al campus de Colmenarejo y se implicaron plenamente. Por otra parte, aquellos alumnos que buscaban una formación de excelencia ya tenían una alternativa real frente a los campus de Getafe y Leganés. Pero no hay que ocultar que, como todos los inicios, el de este campus fue difícil.
Al principio, algunos estudiantes se mostraron escépticos y eligieron para formarse los otros campus de la Universidad Carlos III de Madrid. Y solo un pequeño grupo de jóvenes optaron firmemente por cursar sus estudios en el campus de Colmenarejo. Ya desde el principio, el campus disponía de unas instalaciones inmejorables, unos profesores con reconocido prestigio internacional, de recursos más que suficientes, licenciaturas en estudios con inmejorables salidas profesionales, convenios con la mayoría de las empresas punteras nacionales e internacionales, una residencia de estudiantes donde se organizaban actividades culturales de máximo nivel, etc. Pero al campus le faltaba algo,… en este periodo el campus carecía de ese ambiente universitario que se percibía en el resto de los campus de la Universidad Carlos III de Madrid. En los pasillos apenas había alumnos, en la cafetería no se veían demasiados estudiantes jugando al mus cuando se habían “saltado” alguna clase, el césped no estaba repleto de chicos y chicas tomando el sol, etc. Los estudiantes echaban de menos este ambiente y cubrían esa necesidad organizando algunas fiestas puntuales a las que invitaban a sus compañeros del resto de los campus, como eran las ya tradicionales fiestas “del árbol” y la “de la primavera”.
Pero esta carencia del campus era solo cuestión de tiempo. Con el transcurso de los años, el campus ha ido creciendo tanto con nuevos edificios como en número de alumnos y titulaciones que se imparten. Hoy en día, en el campus se respira ese ambiente universitario que tanto se echaba de menos en los orígenes.
Más aun, el tiempo ha concedido a nuestro campus el merecido reconocimiento internacional; al campus de Colmenarejo recientemente se le ha otorgado el prestigioso premio “Campus de Excelencia Internacional”. Un campus del que podemos sentirnos muy orgullosos. Por tanto, podemos pensar que estamos en el “paraíso” de la formación. ¡Un centro de formación superior perfecto! Pero no hay que precipitarse en los halagos, aun queda mucho por hacer. Y es que aunque el reconocimiento académico del campus es un hecho y el ambiente universitario no tiene nada que envidiar al resto de campus, hay una barrera que aun no se ha superado: una mayor integración entre la Universidad y la villa de Colmenarejo.
Es cierto que hay un convenio entre la Universidad y el Polideportivo Príncipe de Asturias de Colmenarejo, que los estudiantes que se alojan en la Residencia Antonio Machado de la Universidad participan en actos solidarios con el Centro de discapacitados de Colmenarejo, los estudiantes de la Residencia Antonio Machado participan activamente en algunas de las actividades deportivas del municipio, como son la liga de futbol local y la carrera popular, los estudiantes de la Universidad Carlos III están muy concienciados con el respeto al medio ambiente y colaboran en algunas de las actividades organizadas por el grupo ecologista Proyecto Verde, que el grupo de la Tertulia de Colmenarejo y Galapagar, se reúne semanalmente en la Residencia de estudiantes “Antonio Machado”, algunos vecinos de Colmenarejo participan esporádicamente en las conferencias organizadas por esta misma residencia,… pero falta algo más. No hay una integración total entre el municipio y la Universidad.
A mi juicio, es necesario que Colmenarejo sienta suya la Universidad y que la Universidad se abra más a Colmenarejo. Esto no es tarea fácil para ninguna de las dos partes, pero resultará muy positiva para todos.
En este mes de marzo hay elecciones a Rector. Los tres candidatos son conscientes de la importancia del campus de Colmenarejo como estandarte de la Universidad Carlos III de Madrid y los tres han hecho propuestas muy interesantes para este campus. Todos coinciden en algo; el campus de Colmenarejo es privilegiado en todos los aspectos y su reducido tamaño le hace idóneo para potenciar grupos de investigación académica multifuncional, implantar nuevos estudios, sacar todo el potencial que tienen los alumnos, ofrecer un trato personalizado a cada estudiante, convivir en una Residencia de Estudiantes con todo lo bueno -y a veces malo- que conlleva, etc. Sin embargo todos se han olvidado de la asignatura pendiente: la integración Universidad-Colmenarejo.
El “problema” anterior del campus se solucionó con el simple transcurso del tiempo y el crecimiento natural, pero para superar este obstáculo, se necesita un esfuerzo adicional; una implicación real entre ambas partes.
Y ¿no nos gustaría a todos poder decir que Colmenarejo es más que una villa universitaria nominativa? Ojalá dentro de poco podamos decir que se ha avanzado en este aspecto.
Miguel Ángel López Gómez, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid y Subdirector del CM-Residencia Antonio Machado.