En AxC decidimos hacer una campaña respetuosa y limpia. Como ejemplo de ello hemos llevado a cabo algunas acciones de limpieza en el casco urbano de Colmenarejo. La primera tenía como objetivo adecentar la imagen de este depósito municipal.
VIDEO DE LA LIMPIEZA DEL DEPÓSITO DEL PARQUE DE LA TRASHUMANCIA
Algún que otro graffiti, excepcionalmente, puede tener gracia o resultar atractivo si se reúnen ciertas condiciones para ello. Pero, la mayoría de las veces son simple suciedad que el cuerpo pide borrar con una capa de pintura blanca y purificadora. Y eso precisamente es lo que hemos hecho los de AxC estos días, limpiando el depósito de agua, cercano a Parque Azul.
Se ha tratado de un acto testimonial en el que un puñado de políticos, que nos sabemos diferentes, hemos tratado de demostrar que las cosas se pueden cambiar. Que una campaña electoral, en la era de las nuevas tecnologías, puede ser muy limpia en todos los sentidos. Que para informar o publicitar la cara de un candidato no hay que manchar todo un pueblo.
Si ALTERNATIVA por Colmenarejo llega al gobierno municipal con la confianza otorgada por los ciudadanos, las ordenanzas se cumplirán y muchos tendrán que pensarse dos veces si un graffiti o una pintada les merece la pena. Y como los ríos se encauzan, hasta pensaremos otros modos, más civilizados, de soportar el supuesto talento de estos jóvenes “Miguel Ángeles”, buscándoles una “Capilla Sixtina” o un concurso donde dar rienda suelta a sus sueños de autoafirmación.
Pulsa aquí para leer nuestro artículo Graffiti y vandalismo, en el que explicamos a fondo cómo vamos a combatir este problema.
En el lenguaje común, el graffiti original era el resultado de pintar en las paredes letreros, frecuentemente de contenido político o social, con o sin el permiso del dueño del inmueble. Es un término tomado del italiano, graffiti, plural de graffito, que significa “marca o inscripción hecha rascando o rayando un muro”, y así llaman también los arqueólogos a las inscripciones espontáneas que han quedado en las paredes desde tiempos del Imperio Romano.
En los años ochenta se empezaron a importar en masa en España otro tipo de pintadas menos inteligentes y estilosas, cuya pretensión no era otra que la de embadurnar fachadas de edificios, urinarios, mobiliario urbano y locales públicos, dando a las ciudades y pueblos un cierto carácter de marginalidad pretendida. En los noventa una vuelta de tuerca más fue el “tagging” de tag (“etiqueta”). Se ponía de moda que mozalbetes faltos de autoestima estamparan un cierto modelo de firma agresiva o un acrónimo en una pared por difícil acceso que tuviera. Barrios enteros se hallan perpetuamente decorados por los tags de un grupo de personas, generalmente pertenecientes a tribus urbanas.
En Colmenarejo tenemos todos los modelos de graffitis. Por tener, tenemos un triste record: uno de los muros pintarrajeados más largos de la Comunidad de Madrid. En el Ayuntamiento, en esto como en casi todo lo demás, se llaman andanas y han permitido, incumpliendo sus propias ordenanzas municipales, que graffiteros chapuzas y vándalos destrocen la imagen de nuestro pueblo. Parques, farolas, señales de tráfico, fachadas de toda condición se hallan envilecidas por este tipo de sub-arte.
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