Ignacio Aliende (Vocal 2º Comisión Ejecutiva AxC)
La forma de gestionar las administraciones públicas en los últimos años ha originado un claro retroceso del nivel de progreso de los municipios, con infraestructuras que no se pueden mantener, penurias económicas en los servicios sociales (educación, sanidad, deporte…) y un enorme servicio a la deuda originada que ha hipotecado los ayuntamientos para, al menos, los próximos cinco años.
Basta visitar cualquier pequeña ciudad de provincias o municipio mediano para observar las grandes obras faraónicas (auditorios, complejos deportivos y otros edificios emblemáticos que se inauguraron con grandes festines por los políticos del momento) que a duras penas podremos evitar que se conviertan en ruinas fantasmas de la pasada “fiebre del oro”.
En estos tiempos de resaca económica debemos ser más cautos si cabe en las decisiones que tomemos en los municipios. La escasez de presupuesto debe ser resuelta con la austeridad, imaginación y el esfuerzo individual que exige la situación, pero sin hipotecar los recursos y el futuro de nuestros municipios.
En este contexto de necesidad aparecen proyectos amparados por oportunistas que solicitan que nuestro pueblo ceda suelo y otros recursos públicos a iniciativas privadas para su explotación en negocios no controlados por los vecinos.
Este tipo de iniciativas, como es el proyecto de construcción de un complejo acuático en el recinto de nuestro polideportivo, puede resultar una “golosina” para los gobernantes municipales ya que prometen el pago de un canon anual al ayuntamiento, el consiguiente IBI, crear algunos puestos de trabajo, atraer personas de otros pueblos cercanos para consumir en el nuestro y proveer nuevos servicios a los vecinos dentro del pueblo.
Pero son el abrazo de la bestia al que muchos gobernantes municipales pueden llegar a entregarse. Los padrinos de estos proyectos afirmarán que ante la mala situación del pueblo no se puede decir que no, lo que no deja de ser una especie de chantaje como el que se realiza a un “secuestrado”. Malos gestores públicos nos llevaron a la ruina y ahora, aprovechándose de ello, otros nos quieren hacer víctimas de las consecuencias.
Estas precauciones no significan que dejemos de buscar vías para un progreso sostenido y equilibrado para nuestro pueblo. Es muy sencillo, todo aquel negocio, obra o proyecto dentro de la ley, que respete el entorno natural y que se integren con la vida de nuestra comunidad y sus vecinos, serán bienvenido.
Existen muchas oportunidades de progreso sostenible, más allá de las soluciones mágicas que proponen algunos. Poseer un casco urbano limpio, donde sea agradable pasear, es una apuesta positiva para todos, comerciantes, ciudadanos, personas con discapacidades… El fomento del deporte (¿acaso no está claro lo atractivo que resulta nuestro pueblo para ciclistas, corredores y caminantes?) puede ser fuente de riqueza a través del turismo. Alojamos un campus universitario cuyos vínculos con el pueblo y sus empresas tienen aún margen de mejora. Nuestro entorno natural es privilegiado…
La sociedad y los municipios debemos recapacitar sobre el modelo de desarrollo municipal que queremos. Cuando dentro de treinta años echemos la vista atrás, la situación de nuestro pueblo será en gran medida la consecuencia de esta reflexión y de las decisiones que hayamos tomado.
La historia reciente con su aguda crisis económica debe servirnos de lección. No existe la varita mágica que arregle todos nuestros problemas de golpe, aunque algunas voces interesadas nos susurren al oído.
Ignacio Aliende (Vocal 2º Comisión Ejecutiva AxC)