Parece que cuando la Sra. Alcaldesa había alcanzado el nivel máximo del ridículo, vuelve a superarse a sí misma en un alarde de facultades mentales.
No quería utilizar este titular por no herir la sensibilidad de Miriam Polo pero, visto que no tiene sensibilidad, me decido a usarlo.
En el Pleno de ayer, haciendo todo un despliegue de insensatez, inmadurez, inseguridad y de prepotencia, largó todo un sermón de media hora como “cuestión previa”. Se despachó a gusto con todos los concejales firmantes de la moción de censura, acusándonos de mentir, manipular, sembrar el odio, vulnerar la legislación electoral, cometer fraude de ley, de hacer un paripé ilegal para acceder al poder por la puerta de atrás y un largo etc, calificándose a sí misma como joven, trabajadora, que ha estudiado mucho en la vida y que está dándolo todo, y a su Equipo de Gobierno como transparente y limpio.
Tuvo una especial inquina con mi compañero de partido, el Sr. Antonio Sánchez sobre el que volcó sus calificativos más delirantes. En cierto modo, la escena me recordaba a la de la niña del exorcista lanzando insultos y con la cabeza girando sobre sí y sin control alguno.
Más allá de lo lamentable de la larga escena, creo que todos los vecinos que conocen a Antonio Sánchez, independientemente de sus diferencias ideológicas, le tienen un profundo respeto.
El hecho de estudiar tanto como usted decía, Sra. Alcaldesa, no le hace a una persona ser respetada. El respeto se gana con respeto, con trabajo, con dedicación a los demás, con entrega desinteresada, con implicación en movimientos sociales, sindicales, vecinales, educativos, etc, tal como lleva toda su vida haciendo Antonio Sánchez.
Perdón, no sabe de lo que le estoy hablando ¿no? No es una cuestión de juventud sino de formación personal, de madurez y de realización.
Usted ha pasado de gestionarse la paga de los domingos a gestionar el presupuesto municipal y claro, el cargo le ha venido grande. Ha contado con el apoyo incondicional del Sr. Fernando López Sevillano que le ha marcado el paso y le ha llevado por una senda tenebrosa que, con el tiempo, lamentará.
Su prepotencia y totalitarismo parece que no tiene límites. Me da hasta pena, Sra. Alcaldesa, por ello le recomiendo que intente hacerse respetar pero no con muestras como en las del Pleno, sino comenzando a respetar a los que le rodean: a los trabajadores, a sus compañeros de corporación, a los vecinos…
Ah! y el próximo discurso que no se lo haga Macarena Elvira. Intente redactarlo por una vez usted, aunque le cueste eso de colocar los puntos y comas en su sitio. Total, si tal y como lee, da igual donde los ponga.
Con todos mis respetos y mis mejores deseos.
Fernando Arribas. Portavoz del Grupo Municipal de AxC
Creo que prepotencia no es la palabra a emplear, sino soberbia. Cierto es que por ser la sta. alcaldesa tiene un cierto poder, pero como no demuestra el uso del mismo para dirigir adecuadamente un pleno, rebatir cualquier cuestión con argumentos más allá del “cállese” y “le echo”, el poder que se presupone a la prepotencia se evapora quedándose sólo en la soberbia que muestra. Uno es prepotente cuando puede, soberbio cuando quiere pero no puede.
Si todo lo que ha estudiado en la vida le ha servido para estar dándolo todo… Si lo que hace es darlo todo, entonces creo que le hacen falta millones de vidas estudiando para que dé algo útil…